Ayer pasó la tarde sentada en un café. Esperando.
Primero dejó pasar segundos, más tarde minutos... y después horas.
Al final, horas.
Esperó.
Sola (alguien habla hoy de la soledad de las mesas y los restaurantes).
En vano.
Él no sabía siquiera que tenía que ir a aquel café.
Así que ella esperó. Y le gustó esperar.
Inventó mil maneras de saludarse, mil maneras de despedirse después.
Mil conversaciones y sonrisas.
Lo escribió todo en servilletas de papel.
Inventó canciones.
Pagó.
Y se fue.
31 de agosto de 2011
Si planeas tú sola...
Etiquetas:
Ensalada de Norma
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
11 comentarios:
Nunca hay que perder la esperanza... Al final, ocurre...
Eso pasa en las mejores familias.
Rombo, Tracy... pues sí...
Me gusta esperar, mientras se espera aún todo es posible...
Lisboa, eso mismo pienso yo...
Beso
Supongo que estaría fumando ... como dice la canción.
:)
La esperanza es lo último que se pierde y a veces nos ponemos esa excusa (la de que estamos esperando) cuando en realidad lo que queremos es estar solas un rato y recordar lo que se siente cuando esperamos a alguien.
No?
A veces.
Besos.
Sue, pues puede ser. Tal vez sea eso, sí. Una excusa, como otra cualquiera.
Besos
Qué amargas son esas esperas que luego no conducen a nada.
Mil saludos en esas servilletas y mil excusas inventamos en nuestra cabeza y ninguna, ninguna será la correcta.
Bss
Pues... qué razón tienes.
Pero por alguna extraña razón yo sigo esperando.
Soy Penélope.
Beso!
Y me hablas a mí de crudeza.
Tu escrito es desgarrador.
Eso si, me gusta mucho.
Besos.
Toro, yo sin embargo veo un rayin de esperanza...
Beso
Publicar un comentario